Sobre la fábrica del acontecimiento: los «Grandes milagros» de mayo de 1948 en Madrid

en: Nathalie Ludec (ed.),  El estatuto del acontecimiento (2) , Rennes, PILAR, oct. 2016, pp. 7-33.

Algo que también se puede comprobar en las distintas fotos conservadas. En todo caso, una movilización y participación extraordinaria, por excepcional, y de mayor magnitud que las acostumbradas.

De lo narrado con imágenes y palabras, se desprenden, pues, la sensación de unos momentos de emoción y comunión colectiva extraordinarios, pero también, de manera menos evidente y por ende más difícil de documentar, una autoridad paralela y a veces opuesta a la de la Iglesia y de los científicos (como se verá con el caso de los milagros) y, de resultas, una opinión “marginal” con respecto a la visión oficial y una concepción distinta del acontecimiento del que el pueblo es testigo y partícipe.

Lo sugieren a menudo los periodistas que se esfuerzan por recoger la voz del pueblo de Madrid, sin dejar de dar cuenta de la opinión oficial: “el vecindario comenta la que considera milagrosa curación”; “la masa del público ansiosos todos por comprobar  per se el milagro”, “circula entre el pueblo”, “lo cree firmemente el pueblo”, “la ciudad entera comentaba durante el día el dramatismo de aquello que Madrid ha presenciado”, etc. El pueblo puede ser manipulado e instrumentalizado, pero también puede participar en la instrumentalización o aparentar dejarse instrumentalizar o acatar la palabra oficial y hasta resistir.

 Se traslucen, pues, dos dimensiones si no encontradas, dispares, del mismo acontecimiento, la “oficial” y la vivida sobre la que, incluso en una situación de control casi absoluto de la prensa y de los medios informan directa o indirectamente los periodistas quienes escriben o sugieren una suerte de didascalias a priori no perceptibles en la construcción del acontecimiento con unos discursos de palabras e imágenes pero también corporales, sonoros y tal vez también olfativos (el incienso, las flores, etc.).

 Porque el acontecimiento conlleva dos momentos (además de varias temporalidades) : “el momento de los hechos, cuando aún no existe el acontecimiento, y el tiempo de los ecos cuando los hechos llegan en su caso a constituirse como acontecimiento” (Rivalan, 2011, 343), gracias a palabras, imágenes, y performances, ya que el acontecimiento es “inseparable de la capacidad para decirlo” (Godicheau, 2011, 25). El acontecimiento solo existe, pues, en un futuro, más o menos duradero, a través de la interpretación del que lo construye con palabras, imágenes y acciones y del que lo recibe, siempre activamente, otorgándole en alguna medida una validación. A la intención mediática ha de corresponder la aceptación ciudadana, expresada al margen del sistema y con respuestas si no disidentes, no correspondientes del todo con lo programado o delineado. Hay una manera de hacer uso del acontecimiento y de otorgarle unos distintos significados no unívocos.

 Veámoslo con las distintas percepciones de los “milagros”, supuesta o efectivamente obrados por la VdF en Madrid y en otras ciudades.

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Hace ya unos años, en el Centro Etnográfico Joaquín Díaz en Urueña, encontré una hojita (a medio pliego no llega; es octavilla) titulada  Ntra. Sra. la Virgen del Rosario de Fátima Grandes milagros acaecidos en su visita a la Capital de España, en la Plaza de la Armería en Mayo del año de 1948 [1] ( ILUST. 1 ). 

En aquel entonces, no supe decir si se trataba de algo que efectivamente había acaecido. En cambio, por su forma arcaica y casi obsoleta en la época (la de un pliego de cordel, con su exordio, sus octosílabos asonantados, su viñeta, etc.) y el tema, esta hojita de la era mediática remitía a una añeja estela de relaciones de milagros de la era premediática.

De ahí que, para intentar contribuir a nuestra reflexión sobre el estatuto del acontecimiento haya optado por tomar este humilde impreso que relata, refiere, da cuenta, explica, no sé si efectivamente un suceso, un acontecimiento o un caso, como punto de partida para el estudio de la génesis, en la era mediática, de un acontecimiento, un suceso o un caso de corte premediático.

El método de las cerezas . A la relación impresa de los  Grandes milagros … que en el archivo de Urueña venía grapada con un recorte de periódico que identifiqué, después, como sacado de  Ya , he ido aplicando el método de las cerezas, hasta poder constituir un buen acervo (aún por enriquecer y completar) de ecos y huellas del supuesto acontecimiento —lo que Veyne (1979, 14) califica de  tekmeria— , documentadas en la prensa [2] , en el Noticiario Español o NODO [3] , en coplas del ciego Corrales [4] , en fotos [5] , en películas [6] , en libros, en recordatorios, novenas [7] , gozos, himnos [8] y cánticos [9] , enestampitas [10] , en la web y también en la memoria de algunos amigos españoles, que todas remitían, de alguna manera, al “acontecimiento” y a su contexto.

Así pues, el pliego de cordel y punto de partida daba cuenta de algo que mereció unos tratamientos transmediáticos múltiples, cooperantes en la génesis de algo que pudo ser: un acontecimiento fabricado a base de muchas piedras.

Después de tal acopio, me he dado cuenta que el presunto acontecimiento que proyectaba estudiar como unos milagros más, solo era parte de otro acontecimiento, un acontecimiento dentro del acontecimiento, por decirlo así: la visita de la Virgen de Fátima (o sea: de su milagrosa imagen) a España en 1948 [11] , después de la de 1947 y antes de las siguientes.

 Entre aplicar al caso los estimulantes y seductores modelos teóricos de Dosse (2010 ) , Ricœur (1983), Farge (2002) o Veyne (1979) y ser empírico, estudiando la génesis y devenir de algo que aconteció y procurando identificar y calificar todos los elementos que pudieron contribuir a configurar un posible acontecimiento, he optado por el método “experimental”, centrándome en el caso de Madrid y en su réplica de Málaga en julio del mismo año 1948, así como en otros lugares de España.

La Virgen de Fátima en Madrid y los medios.  El futuro posible acontecimiento empezó siendo una mera noticia: para la celebración del Congreso Mariano Diocesano (del 23 al 30 de mayo de 1948), con motivo del XXV aniversario como prelado del patriarca de las Indias y obispo de Madrid-Alcalá Leopoldo Eijo Garay “será traída expresamente a la capital de España la imagen de la Virgen de Fátima (VdF, en adelante). La venerada imagen será objeto de un magno recibimiento a su llegada y estará expuesta a la adoración pública en la plaza de la Armería” ( ABC del 27-04-1948, p. 13). Esta es la escueta noticia, a la que la obligada convocación y movilización de todos los medios nacionales y provinciales y demás impresos y el subsiguiente tratamiento periodístico en seguida le va a dar otra dimensión, con un derroche de informaciones y comentarios al respecto, que empiezan con la visita de la Virgen de Fátima al Caudillo en el Palacio del Pardo el 27 de mayo: durante tres días van a contribuir a la construcción discursiva de lo que ha de ser un acontecimiento, a su puesta en escena con imágenes y palabras. Sin que los fotógrafos, periodistas, o editorialistas —algo muy notable—necesiten poner a sus lectores en antecedentes, informándoles sobre las virtudes milagrosas y redentoras de dicha Virgen desde 1917.

Basta con ver las primeras planas de los diarios del 28 de mayo, para darse cuenta de que lo que podía haber sido un momento legítimo de fe y piedad, se vuelve algo oficial, emblemático del sentido que se le quiere atribuir: con unas fotos muy controladas y poco espontáneas de la visita de la VdF al Caudillo de España en su palacio del Pardo, como privilegio entre privado y oficial. En la foto difundida por  Cifra gráfica ( ILUST. 2 ) y reproducida, con el debido pie y/o comentario, por gran parte de la prensa española ( ABC  y  Sur ), se puede ver a un mayestático caudillo (de uniforme de Generalísimo pero con la cabeza desnuda), a solas con una VdF, colocada en una especie de consola y por ende un poquito más alta —no mucho— que el que la está semi venerando, de pie y con la mano puesta en la consola. Se comenta que oró, pero se ve, en otra foto, publicada en  Arriba , que dejó que lo hiciera arrodillada su esposa, con su evidente beneplácito. El máximo representante del Estado español está, pues, íntima y explícitamente asociado con lo que se presenta como un acontecimiento, a no ser que sea parte integrante y constitutiva de un programado acontecimiento: presente desde el principio, volverá, con su esposa e hija, a estar en la foto casi hasta la despedida.

Lo más notable tal vez vendría a ser la ausencia de dichas fotos (como en  Amanecer o  La Vanguardia ) y, por supuesto, quien no tuviera idea alguna del sistema de control de la prensa en aquel entonces, fácilmente se dará cuenta de la iteración de las mismas imágenes, de las mismas palabras y fórmulas para las mismas informaciones suministradas por las agencias oficiales. Se está elaborando y difundiendo un discurso visual, más explícito que subliminal, sobre lo que ha de ser un acontecimiento, sugiriendo que la visita de la Virgen de Fátima es una visita de Estado, cuyos beneficios de cara al país y al Extranjero han de ser contabilizados a favor del Régimen y de España.

En cuanto a las demás fotos, que también podrían dar lugar a unos comentarios específicos [12] , llama la atención su abundancia hasta casi saturar a veces las planas, con vistas en contrapicado o panorámicas, o retratos representativos de las distintas clases sociales, organizadas en película o en mosaico y todas referidas a los actos oficiales: la misa de enfermos, el altar monumental, las procesiones, con la imagen de la VdF siempre sobresaliendo  (ILUST. 3) .

Se observa, pues, una multiplicación controlada de imágenes donde el poder “milagroso” de la Virgen blanca queda asociado con el poder temporal del Caudillo y sugerido por su enaltecimiento físico, contrastando su aislada blancura con la masa de los enfermos e impedidos y de la asistencia donde domina el color negro. En la prensa se da una puesta en escena visual del programado acontecimiento que acentúa la organizada en el espacio (con templete, altar, procesiones y misas). Pero, por supuesto, solo se trata de un elemento del discurso que va fabricando el acontecimiento. Hay más.

Esta aparatosa dimensión visual queda, en efecto, acentuada por unos titulares redundantes con respecto al significado de la foto y que propenden a volverse hiperbólicos al destacar, con cifras y calificativos [13] , la veneración, el fervor, el recibimiento apoteósico y los prodigios o milagros que acompañan la VdF : una doble tendencia comprobada en las crónicas que acompañan, entre descriptivas e hiperbólicas también.

 En el puntual relato que de los distintos y sucesivos actos y de algunos momentos multitudinarios y compartidos con la máxima autoridad hacen los periodistas, por haberlos presenciado (cf.  Sur de 30-V, “Crónica de Madrid” por Manuel Pombo Angulo) o aprovechando los despachos emitidos por la agencia oficial  Cifra , no faltan, por supuesto, las obligadas referencias a las autoridades y organizaciones presentes. También destacan el carácter social y geográficamente ecuménico de los actos, con la unión de “todas las clases sociales” y la presencia entre los asistentes madrileños, de aquellos que han venido de toda España, como una niña ciega de Málaga o veinte niños del Sanatorio de Guadarrama y enfermos de Cádiz, Toledo, Avila y Valladolid [14] .

En estas modernas relaciones, ahora también radiadas en directo por los periodistas-locutores presentes, se dan las mismas manifestaciones hiperbólicas que en los titulares y subtítulos, a base de unas miríficas cifras : 300 000, medio millón, 750 000 y hasta 800 000 asistentes desfilaron delante de la VdF en la plaza de la Armería—¡la mitad de la población de Madrid!—, 10 000, 25 000 comuniones, 10 000 enfermos (de ellos, 1 500 en camillas), 1000 enfermeras y 100 médicos; un “río” o un “mar humano” y nueve “curaciones prodigiosas” [15] . Un hiperbolismo reforzado por los calificativos utilizados (“gran” entusiasmo, “impresionante”, “emocionante”, emoción “inenarrable”, muchedumbre “incalculable”, entrada “apoteósica”, jornada “inolvidable”, etc.) y un firme pronóstico para el futuro (“la ciudad entera no olvidará nunca”), que todos apuntan a la magnificación de los sucesivos momentos a los que dan una unidad los clisés manejados para referirse a la VdF (la “milagrosa”, la “venerada imagen”, etc.). También acompañan algunas columnas o fondos de tono más lírico o político, como “Yugos y Flechas al pie de la Virgen” de José María Sánchez-Silva, en  Arriba (30-V) con esta exclamación: “¡Si la Virgen de Fátima […] hubiese venido a España hace solamente 12 años!”.

Esta cobertura mediática estrictamente sincrónica con un acontecimiento  in progress queda prolongada a los pocos días, otra vez con la imagen, con dos secuencias de dos ediciones seguidas del Noticiario Español —el NODO de difusión semanal obligada por toda España (Sánchez Biosa, 2014)—, el 31 de mayo y el 7 de junio.

En el primero se narra y comenta la entrada en Madrid por el puente de Segovia de la VdF: de entre los veinte y tantos planos que caben en el minuto y medio de la secuencia (1m 25 segundos exactamente) aparecen la Virgen, el clero, las autoridades, los enfermos e impedidos, los niños y los ancianos, el Palacio Real, etc., y destaca, por harto insólito pero revelador del poder de la cámara, el dedicado a una coqueta penitente que está avanzando de rodillas pero para quien ser filmada (véase su furtiva mirada a la cámara) y verse después en pantalla también sería todo un acontecimiento.

En el comentario muy elaborado (por escrito) y acoplado a las imágenes, la sistemática y engolada o artificiosa anteposición del adjetivo (“fervorosas súplicas”, “apoteósico recibimiento”, “acendradas plegarias”, “católica emoción”), algún adverbio valorativo (“voltean jubilosamente las campanas”), las referencias a las cifras y a las “enormes masas” confieren al evento una solemnidad que posiblemente no tendrían otras situaciones parecidas comentadas por los mismos locutores [16] . Se trata de algo extraordinario en la evocación y, por ende, en sí .

Del segundo NODO (de 7 de junio) no se ha conservado la cinta magnética, pero la mera sucesión de los veinte planos yuxtapuestos, muy cortos (9 segundos como promedio, menos el último) y elementales (de cámara fija, menos dos tímidos travelling y un picado), de que se compone la secuencia narradora del acto celebrado el 29 de mayo en la Plaza de la Armería, es muy aleccionadora: se trata de una narración cronológica, desde la llegada de los enfermos e impedidos hasta la procesión nocturna, con una alternancia de planos generales estáticos sobre la Plaza de la Armería, con el cadalso, el altar y el templete, los enfermos e impedidos en camillas (asistidos por enfermeras y soldados), el clero oficiando, dando la comunión o hablando con micrófono, los asistentes y la muchedumbre en la calle de Bailén, con algunos planos sobre caras individualizables, anónimas (como la joven que en la solapa lleva la etiqueta: “Comulga”) o conocidas (como Franco y su esposa que aparecen dos veces, y también algún embajador). Para mayor exactitud o verosimilitud, no falta un plano sobre la tramoya de los periodistas grabando cintas en directo. Y por encima de todo y de todos, de tonalidad más bien oscura, destaca la blanca imagen de la VdF, con múltiples apariciones y sus imprescindibles palomas (dos planos). De estos 2 minutos y medio de imágenes móviles, ¿qué es lo que se desprendió para los espectadores de toda España ayudados en su interpretación por un comentario que aquí nos falta? ¿La alegoría de una España “en enorme masa” —popular y oficial— congregada y reunida con fervor y expectación en una Plaza emblemática, alrededor de una protectora y milagrosa imagen de la VdF, también emblemática, y tutelada por la Iglesia católica y sus representantes? Lo cierto es que al seleccionarlo dos semanas seguidas se pretende elevar el tema de la VdF (4 minutos de 20 en total) a categoría de acontecimiento, como algo señalado y excepcional, si no extraordinario.

En el caso de Málaga, que, después de Ceuta, Algeciras y Jerez (el 11 de julio [17] ), recibe la visita de la VdF los 15, 16 y 17 de julio de 1948 , la única diferencia será que, debido a la relevancia proporcional del “acontecimiento”, la cobertura mediática y la preparación de la opinión empezaron 14 días antes de que la VdF llegara a bordo del cañonero Cánovas del Castillo y fuera “recibida en un clamoroso acto de fe”, y que la información ocupa proporcionalmente más espacio en los medios locales. Pero, un análisis de la prensa durante aquellos tres días ( ILUST 4 ), permite afirmar que, para construir discursivamente el programado acontecimiento, se utilizan los mismos procedimientos que en Madrid en punto a titulares, cifras, adjetivación, fotos o expresiones líricas o políticas [18] .

Acontecimiento y performance. Hasta aquí lo “esperado” o sea: la confirmación de algo muy estudiado a propósito de los medios de comunicación en tiempos del franquismo. Pero una lectura de los artículos y de las imágenes fijas o móviles desde la perspectiva de un observador contemporáneo del proceso de construcción del programado acontecimiento, permite descubrir otras dimensiones, también relevantes en la fábrica del acontecimiento.

En los relatos se trasluce, por ejemplo, una ingente preparación y organización de los distintos actos y de su entorno por parte de la jerarquía católica (obispos, párrocos, y distintas asociaciones y organizaciones), con una muy cuidada escenificación litúrgica procesional o estática, vivida y en alguna medida compartida, cuyos efectos es necesario valorar, al margen de la posterior y siempre limitada lectura de los medios [19]

También se menciona algo que los especialistas de la prensa escrita no han de olvidar, las emisiones radiofónicas: en Madrid, por ejemplo, Radio Nacional de España retransmite la misa para los enfermos que no pudieron trasladarse a la Plaza de la Armería y comenta el acto, se conoce que en directo. También en Málaga donde existiría una radio de la cadena SER. Tampoco se ha de olvidar la existencia de una megafonía a cargo de los organizadores que permite, por ejemplo, anunciar a los presentes en la Plaza de la Armería, por altavoz, que “una mujer impedida sube por su propio pie a la tribuna”, según cuenta  Informaciones . Lo mismo se da en Málaga donde, tanto en  Sur como en  La Tarde , se destaca la calidad de la megafonía instalada por la Casa Rodolfo Prados que se está dando un evidente bombo, con publicidad inserta en ambos periódicos [20] . O sea: toda una atmósfera sonora de oraciones, cánticos, salves, cohetes, etc. en la que está inmersa “la inmensa multitud” que, según  ABC , “prorrumpió en atronadores aplausos y vítores a la VdF, a España y Portugal, y al Caudillo”.

En la construcción de lo que ha de ser un acontecimiento, también entra

la importante participación, antes y en el momento, del “pueblo”. No solo como creyente asistente o espectador, sino como actor implicado en los sucesivos actos y en su magnificación, al asistir a misa, participar en turnos de vela y rezar el santo Rosario, acompañar la procesión, con o sin actos de penitencia, hacer que los niños besen el manto de la VdF, agitar pañuelos, tirar aleluyas, engalanar los balcones con mantones o guirnaldas, iluminarlos, poner reposteros y colgaduras en las fachadas de las casas, colgar banderas españolas y portuguesas, o grandes letreros [21] ( ILUST. 5 ). 

Los milagros: curaciones prodigiosas y palomas [22] . Los españoles de 1948 seben que la VdF como la de Lourdes es una virgen prodigiosa y milagrera y llega a Madrid precedida por su fama, y acompañada con la esperanza de que, con esta ambulancia, la Virgen peregrina obre  hic et nunc unos milagros que solo podían esperar o merecer los peregrinos a la Cova da Iria; por decirlo así, unos milagros a domicilio —y multiplicados.

Interesa analizar las informaciones que los periodistas suministran a propósito de las “curaciones prodigiosas” atribuidas a la Virgen durante su estancia en Madrid (unas doce, y más luego, en Toledo y Málaga). Son cronistas; relatan lo que han visto, dan cuenta de lo que el pueblo cree firmemente, de lo que en el vecindario se comenta, pero también hacen preguntas a los médicos y dejan constancia del silencio de las autoridades eclesiásticas que no han querido hacer declaraciones.

De las ocho o nueve “curaciones prodigiosas” ocurridas en la Plaza de la Armería el 28 de mayo, veamos cómo queda relatado, el 30 de mayo, en cinco periódicos, el que concierne a la señorita María Teresa Toyo o Tollo que, así y todo, a consecuencia de una cesárea realizada hacía tres meses había quedado paralítica y se levanta y sube sola las escaleras de la tribuna.

En  Ya: “de una de las tribunas salió un rumor y a los gritos de “¡Milagro! ¡Milagro!, una señorita de treinta años de edad, que yacía en una camilla, se levantó por su propio pie, entre el asombro de las enfermeras, médicos y enfermos que la rodeaban. El momento fue de una emoción indescriptible y se hizo público desde un micrófono instalado al lado del altar. Interrogada por los informadores que habían contemplado la escena, declaró llamarse…

En  Informaciones  y  Arriba : “Una enferma que estaba tendida en una camilla, se levantó y comenzó a andar, subiendo a una tribuna oficial, sin permitir que las enfermeras la ayudasen. Era doña María Teresa de Tollos, que estaba paralítica a consecuencia de una operación cesárea. Por micrófono se ordenó el más absoluto orden: todo el mundo quería acercarse a la señora. Esta abandonó la plaza, y al llegar a la calle de Bailén, el público estacionado, con emoción empezó a dar vítores a la Virgen”.

En  ABC  : “Doña María Teresa Toyos de Madrid, que era enfermera de Sanidad Militar que a consecuencia de serla practicada la cesárea hace tres meses quedó paralítica se alzó de su sillón y, tambaleándose al principio, pero segura y decidida después subió sola las escaleras de la tribuna y comenzó a dar gracias a la Virgen” […]

“La efervescencia que a su alrededor se produjo apenas descendió, únicamente nos permitió ser arrastrados junto a ella hasta la plaza de Oriente, donde la masa de público que llenaba las calles adyacentes desbordada se apiñaba en torno a la enferma, ansiosos todos de comprobar per se el milagro. Fuerzas de la Policía Armada hubieron de protegerla e introducirla en una ambulancia. El periodista, agarrado, en última instancia a un estribo fue desprendido violentamente por alguien y el vehículo se alejó por la calle de Bailén abajo”.

En cuanto a Pueblo , lo mismo que  Amanecer,  reproduce el “telegrama” de la agencia oficial  Cifra : “una dama enfermera de Sanidad Militar, María Teresa Toyos, de treinta y cinco años, que llevaba tres meses sin poder moverse de la cama a consecuencia de haberle sido practicada la cesárea. Asistió al santo sacrificio acostada en una camilla que fue colocada a la derecha del altar. Después de comulgar se levantó por sus propios medios y con las manos juntas, entre la admiración de las gentes se dirigió hacia una de las tribunas. Al llegar al pie de la escalerilla vaciló y cuando varias enfermeras de la Cruz Roja fueron a cogerla, María Teresa se negó y por sus propios pies subió la escalerilla y recibió arrodillada la bendición con el Santísimo que entonces impartía el cardenal patriarca de Lisboa”.

Estas relaciones convergentes en lo esencial y coincidentes en el tiempo con las precisiones que aportan sobre la enferma y la índole de sus achaques, y la detallada narración de lo sucedido, procuran dar cuenta, de forma veraz, de algo extraordinario, sin llegar no obstante a calificarlo de milagro, dejándole esta responsabilidad al lector tras sugerir en algún caso que el público presente sí estableció una relación entre la curación y la Virgen de Fátima, apuntando, pues, a que se trata de un acontecimiento.

Después de los milagros o curaciones prodigiosas de la Plaza de la Armería, ocurrirán al menos dos más: en Toledo donde, según  Cifra , la niña de Los Yébenes, Natalia del Pozuelo que sufría de una parálisis absoluta de piernas y brazos, y que estuvo presente esta mañana en la procesión de la VdF, al regresar a su pueblo sintió que sus miembros recobraban el sentido y pudo bajar del coche sin auxilio de nadie” y en Málaga donde un sacerdote paralítico que llevaba dieciocho año enfermo sin poder decir misa recobra sus facultades vuelve a andar (en torno al padre la gente se arrodilla y solicita su bendición (cf.  Sur  17-VII), sin olvidar las “impresionantes escenas” en que varias enfermas tuvieron que ser asistidas por el personal facultativo, pues aseguraban haber obtenido una gran mejoría”

 Como se ve, al narrar los hechos, la prensa da cabal cuenta de ese deseo de que haya milagros ( “la ciudad entera comentaba durante el día el dramatismo de aquello que Madrid ha presenciado y no olvidará nunca”, escribe un periodista el 30 de mayo), aunque con una prudencia observable en los titulares donde se mencionan unos milagros “atribuidos a la VdF” [23] , al mismo tiempo que observan las reticencias de los médicos que “andan con pies de plomo” y la prudencia de la Iglesia católica: “hemos dicho curaciones maravillosas —escribe  ABC el 30-V—, y una vez más recurrimos a la circunspección de la Iglesia, única entidad autorizada para atribuirles la significación de milagrosas”, algo confirmado por el Prelado de Madrid-Alcalá quien “dijo que él oficialmente aunque su convicción personal es de que se trata de milagros, no se puede calificar así antes del dictamen del Tribunal eclesiástico”, según  Arriba del 1-VI.

Como escribe Antonio José Hernández-Navarro en  La Tarde del 31 de mayo, en un artículo titulado “Milagro”, “ ahora doctores tiene la Iglesia que hilen estrecho para admitir o rechazar el prodigio: pero las gentes que han visto a los paralíticos andar y a los ciegos ver, a los pies de la Señora morirán creyendo en el milagro, sin necesitar otra certeza que la de su propia fe”.

Compárese en efecto la prensa con el pliego de cordel de junio de 1948  Grandes milagros…,  redactado a partir de un recorte de  Ya , nada más acabarse la visita de la VdF a Madrid (el visado de la censura se da el 1° de junio), con la imagen de la Virgen, del Rosario de Fátima cuya posesión consta que era en aquel entonces algo apetecido. En esta relación que entronca con una añeja tradición de relaciones de milagros obrados por la Virgen aún vigentes en el siglo XIX, no observamos tanta prudencia a la hora de “explicar con palabras” al pueblo (mencionado seis veces y que supone ha de ser el público de los ciegos o expendedores que cantan y venden la octavilla) los milagros que sí ocurrieron (son cinco en total): los “innumerables milagros”, el “gran milagro” o el “portento”, los hechos son. Es algo que efectivamente aconteció y se pronostica que ha de ser “algo que al pasar el tiempo/quedará en la historia”, añadiéndole apenas una tímida y convencional dimensión colectiva y nacional, al referirse a los conocidos poderes de la VdF que “Ha venido a nuestra España/ Y entonces surgió el Milagro/que esta santa Virgen obra/algo que al pasar el tiempo/siempre quedará en la historia”.

Da cuenta, tal vez, de otras maneras de sentir y de interpretar unos mismos acontecimientos, ya que cada una de estas curaciones maravillosas o milagrosas o estos milagros puede tenerse por un acontecimiento y que también es acontecimiento su prodigiosa acumulación en el marco de otro acontecimiento, la visita de la VdF a Madrid y España.

Ahora bien: lo mismo que el exceso de milagros puede hacer dudar del milagro, lo acontecido, por más extraordinario que parezca, no siempre llega a cobrar el estatuto de duradero acontecimiento.

Observemos, primero, que la multiplicación por toda España de las visitas de la VdF ( entiéndase: de distintas imágenes de la VdF), algunas veces de manera simultánea [24] , acompañadas o no de milagros, pudo llegar a trivializar lo que durante algún tiempo fuera percibido como algo excepcional.

Una muestra de una expresión rutinaria sobre otro acontecimiento, como es la visita de la VdF a Lanjarón, nos la dan los trovos compuestos con este motivo por el Ciego Corrales (Juan Rivas Santiago, 1895-1974) — un conglomerado bastante incoherente y muy ripioso de 104 versos— en el que no se alude a ningún milagro que haya ocurrido en Lanjarón, pero sí se alaba a la Vdf y a sus virtudes protectoras e intercesoras, a la España cristiana y a las autoridades locales (el dueño del balneario, el alcalde) y, acoplados con la asonancia y casi rima, al Caudillo: “Siempre vas de lazarillo/de este pobre cieguecito/ gritemos Viva el caudillo!/Y tú eres el ( sic ) imagen más bendita/ que puede pintar Murillo”). Tras destacarse lo aparatosa que es la acogida (“Aquí salen por millares/a recibir tu venida/Cierran tabernas y bares/solo por echarte vivas. /Te ponen arcos y altares/con mantón de Manila/por ser grandes tus azares”), para que no falte una dimensión más universal, concluyen los trovos con una alabanza de las virtudes de la VdF (de la que sabe que es portuguesa, sin más y la celebración de la España cristiana (Rodríguez Lozano, 2007, 242-245).

En parecidas circunstancias pero en otro lugar, en Blesa, con el mismo protocolo, algunos pasajes del Ave María dedicados a la VdF, consta que se corrompieron para cantar por lo bajo que "la Virgen de Fátima vino en procesión a llevarse los cuartos de nuestra nación [25] ".

En ambos casos, bastante alejados, como se ve, de un punto de vista oficial que enmarca la visita de la VdF en un proyecto nacional-católico coherente y se muestra muy prudente con respecto a los supuestos milagros, llama la atención las diferencias en la percepción de los acontecimientos vinculados con la visita de la VdF , debido a la presencia de un elemento constitutivo del acontecimiento (según la doxa de Dosse) y es: la participación del público como lector de informaciones o receptor de las imágenes pero también como espectadores-actores, y las consiguientes específicas y variables modalidades de apropiación y atribución de sentido para el acontecimiento.

Lo confirma el examen de un detalle repetitivo y muy sonado, constitutivo del (supuesto) acontecimiento pero de escasa relevancia aparente: el prodigio de las palomas, o sea: la indefectible, permanente y viva presencia de palomas blancas misteriosamente atraídas por la VdF y que se quedan a sus pies, algo que puede servir de revelador de las tensiones existentes entre la intención oficial y la praxis popular.

El prodigio de las blancas palomas [26] , es algo que se repite —y en alguna medida se provoca [27] — cada vez que la imagen de la VdF llega a un pueblo, y es un tema casi siempre comentado o aludido en la prensa [28] , sin que a la blanca paloma se le atribuya un valor simbólico preciso, menos tal vez en  La Vanguardia, que la percibe como símbolo de la pureza.

Puede ser un detalle menor, pero se conoce que tuvo mucha resonancia dando lugar a unos juegos participativos y desafíos. En Blesa varias personas recuerdan « la impresión que les causaba que las palomas acompañaran al paso procesional. Atanasio nos cuenta que algunas ya venían con él desde otros pueblos, y que otras palomas de Blesa acudían; que "echaron de comer a las palomas y luego se quedaron muchas con la peana y la acompañaban". Debió de sentirse como un detalle un tanto mágico que estos animales irracionales acompañasen a la inerte imagen», comenta el anónimo cronista [29] .

 Pero lo de las palomas también fue base para una incipiente y duradera legendarización a partir de un esquema tradicional: el jaque dado por la VdF a cualquier ateo cuando duda de que se trate de algo sobrenatural o cuando intenta captar a las palomas con un palomo y, a veces, la conversión del ateo [30] .

 “Las palomas que acompañan a la Virgen de Fátima pueden no ser un milagro —como prudentemente se ha apresurado a declarar don José Utrera encargado por el patriarca de Indias de recoger a la Virgen de la Cova da Iria— pero son una maravilla”, comenta un periodista. Una maravilla lograda repetidamente por los actores del pueblo (los que tienen palomas) e interpretada, por el pueblo, como poder mágico sin necesidad de tribunal que avale ningún milagro. Desde luego es lo que más duraderamente se recuerda.

Hasta aquí los «hechos» y las apariencias que caracterizan el posible acontecimiento a que apunta el tratamiento mediático y las demás huellas o  tekmeria  así como las distintas percepciones asociadas con los fenómenos prodigiosos que acompañan la presencia de la imagen de la VdF.

El acontecimiento ante el tribunal de la historia.  Para el acontecimiento no existe, como para los milagros, tribunal alguno que le atribuya un oficial marchamo, pero nos podemos preguntar si acaso los milagros de la Plaza de la Armería tienen todas las características de un acontecimiento, sin llegar a ser un acontecimiento. Haber acontecido pero no ser un acontecimiento.

Instruyamos la causa. Y para ello procuremos aportar antecedentes y circunstancias.

 Se puede observar, por ejemplo, que lo que el autor de la octavilla publicada por el impresor Llano en Madrid (los  Grandes milagros …) presenta a sus oyentes y lectores como un acontecimiento único es algo que se inscribe en una larga y duradera serie de acontecimientos similares, casi olvidados hoy, pero posiblemente más presentes en la época: lo que se pudo llegar a saber sobre las apariciones y los secretos de octubre de 1917, los milagros, el tramo español de la ruta mundial de 1947 [31] , las multiplicadas visitas por las diócesis de España, etc., inclusive con la película de Jorge Brum de la que se sabe estaba programada en los cines de España en la época. Todo esto pudo alimentar muchas expectativas de milagros como programados, pero también relativizar el impacto de unos milagros sin cuento y por ende como banalizados en una serie de acontecimientos demasiado repetitivos, ya que se trata de un acontecimiento unitario pero múltiple, que cubre todo el espacio nacional y local, en la duración: Toledo y Extremadura, Andalucía, Galicia, Aragón, Granada en octubre de 1949, etc.

Queda por contrastar el sentido oficial que se le quiso dar a la visita de la VdF, la intención más solapada y la interpretación que de ella hicieron la mayoría de los destinatarios, los madrileños y los españoles. Oficialmente se trataba de honrar al cardenal-arzobispo de Madrid-Alcalá, pero también se sabe que a la VdF se la utilizó explícitamente para propagar “un mensaje de paz” en la inmediata posguerra mundial y de redención del bloque comunista. Casi diez años después del fin oficial de la Guerra Civil, su presencia en Madrid, se concibe como un refrendo exterior (aunque solo portugués) al Caudillo de España “por la gracia de Dios”, en un periodo de aislamiento internacional y la demostración de que España ya podía ser, bajo el báculo o férula del régimen nacional-católico, una “reserva espiritual” de Europa y un seguro bastión anticomunista, para un inmediato futuro. La muy cuidada organización por la Iglesia católica de la espectacular gira de la VdF por toda España [32] , inclusive su capital, tenía unas muy claras primeras o segundas intenciones espirituales y políticas. Así las cosas, cuesta encontrar en la producción y acompañamiento de dicho(s) acontecimiento(s) el carácter explosivo (Ricœur, 1983, 383) o  surrectif  —imprevisto y extra-ordinario—que según Dosse (2010, 246) caracteriza al acontecimiento: la salida de la VdF de su cueva de Iria —de varias réplicas de su imagen— y la gira por toda España de la “virgen peregrina” es algo muy programado y codificado, una instrumentalización de un evento que había, en el proyecto de sus organizadores, de transformarse en un acontecimiento con la realización de las virtudes milagrosas de la VdF de su imagen y la manifestación de un significado simbólico cuyos contornos pretendían controlar.

La percepción que de dicho “acontecimiento” tuvieron los madrileños y españoles —espectadores, pero también partícipes y en alguna medida actores— se nos antoja mucho menos unívoca, ya que la oficial adhesión pudo encubrir muchas reticencias y en cualquier caso muchos sesgos.

Vista desde España, la visita de la peripatética VdF, se inscribe dentro DEL acontecimiento matricial que serían las apariciones de 1917 y el sentido que se les pretendió dar [33] , del que se derivan otros acontecimientos jerárquicamente ordenados: la ruta mundial, la ruta “paralela”, la peregrinación de la VdF a España, la visita a Madrid, capital del Estado, a otras diócesis, a un pueblo como Bisimbre o a un barrio de Madrid o Málaga, a una cárcel, etc.

Todos son acontecimientos para la gente que lo vive (y lo organiza) pero no tiene el mismo sentido en Madrid o en Málaga y en Cataluña donde se lee la noticia en  La Vanguardia , en tierras de la Virgen del Pilar que acoge a la VdF con “su característica devoción mariana” ( Amanecer ), en pueblos en los que se veneran las patronas y los patronos locales “de toda la vida [34] ”, para un enfermo expectante o el que quiere acreditar el milagro, para el que sencillamente se maravilla con el tema de las palomas, una variedad o variabilidad de sentires que no quedan registrados de la misma manera en la prensa o en la memoria : el acontecimiento, más o menos fugaz o duradero, no tiene el sentido unívoco que pretende darle la jerarquía católica o el Estado que lo pergeña [35] , y tal vez ni siquiera llega a ser percibido como acontecimiento.

 ¿Por qué? Tal vez porque, como recuerda Winock, citado por Dosse (2010, 135), “lo previsible por definición no hace acontecimiento” y la visita de la VdF a la capital de España pudo resultar desdibujada de resultas de la multiplicación de sus imágenes, de sus visitas y de los milagros por toda España desde mayo de 1947 hasta al menos el año 1949 [36] , y no se comprueba sostenibilidad alguna del acontecimiento: no se da ninguna creación continua (Godicheau, 2011, 37) ni metamorfosis (Dosse, 2010, 247) de su sentido porque su duración no ha ido más allá de la mera temporalidad de los hechos que habían de constituirlo (Farge, 2002), menos por lo que al prodigio de las palomas se refiere.

El acontecer del acontecimiento . Casi setenta años después, no parece, en efecto, que la visita de la VdF, su gira por España, los milagros asociados, etc. suenen entre historiadores como un acontecimiento de cuantía ni siquiera como una manifestación más del nacionalcatolicismo, menos tal vez en la  Historia Menéndez Pidal [37] . Para los historiadores, el acontecimiento será las seis apariciones de la Cova da Iria y los tres “secretos”, el segundo sobre todo. La fallida (menos en España) “ruta mundial” de la VdF parece ser que no se tiene en cuenta; los milagros de la Plaza de la Armería, no digamos, pues.

En la memoria colectiva, con la comprensible evacuación o puesta a distancia del recuerdo de una época de poco recordar, quedan escasos rastros del acontecimiento o de los distintos acontecimientos: lo recuerdan Cecilio Alonso [38] , por ejemplo, o los habitantes de Segura de Baños entrevistados por el anónimo cronista de Blesa [39] , pero lo que más mella hizo, no son las curaciones prodigiosas sino la cuasi leyenda urbana que se va instalando alrededor de la VdF, con la misma estructura esencial: el ateo, las palomas, la Virgen, la apuesta del ateo y la victoria de la Virgen[40], con el consiguiente castigo o la conversión, desde una percepción no canónica y disidente con respecto al sentido oficial atribuido a las virtudes de la VdF.

Lo que ha de ser un acontecimiento ha de contemplarse, pues, en sus distintos momentos y distintas temporalidades: a priori, cuando no pasa aún de intención programada (lo que ha de acontecer), durante (lo que está aconteciendo), con todo su valor efectivo inmediato o diferido sobre los partícipes, y a posteriori (lo que aconteció), construido a base de discursos múltiples y sancionado o no como acontecimiento cara a la historia por su relevancia o su irrelevancia. Pero también incide la manera de vivirlo y de interpretarlo después: la magnitud de lo que ha sucedido en una escala del acontecimiento que se pareciera a la de Richter; lo que A. Farge (2002) califica de “intensidad”: personal, familiar, local, nacional, internacional, cuando la gente se hace lenguas, con las repercusiones en una caja de resonancia de algo de por sí sonado en su tiempo.

El acceso al estatuto de acontecimiento de algo que aconteció, depende, pues, de muchos factores mediáticos, sociales y políticos, según la dimensión que se le da a priori (algo extraordinario, muy relevante, o rutinario), mediante la producción de un discurso formal o informal (de palabras, de imágenes, de “obras”), desde varias autoridades (política o religiosa, mediática, “popular”, científica) —una concatenación desde luego transmediática, con cambios de cauces y niveles. Sin embargo, su permanencia en el estatuto de acontecimiento depende de unas convalidaciones más o menos globales o parciales (en el caso de los supuestos milagros de la Plaza de la Armería, falta, por ejemplo, la de la Iglesia), convergentes o encontradas, en el espacio social y geográfico, y más o menos evolutivas y duraderas en el tiempo, de una autorización más o menos compartida: acontecimiento pudo ser, en su tiempo, el que, en 1947, la VdF consiguiera pasar una frontera hispano-francesa cerrada por Francia, rompiendo simbólicamente el aislamiento internacional de España —una dimensión propagandística solo marginalmente percibida por la mayoría de los españoles de entonces y casi olvidada por los de hoy, tanto como las curaciones milagrosas desde luego. Más acontecimiento fue, al fin y al cabo, la aparición de la Virgen de Fátima a los tres pastorcitos o la manifestación prodigiosa que entronca con las estructuras más tradicionales de la leyenda (la de las palomas) gracias a los medios más actuales como la web : de ahí que los  grandes milagros de la Plaza de la Armería no hayan pasado de ser un suceso entre otros muchos y que por mucha resonancia que se procurara darle en la época, la instrumentalizada visita de la VdF solo sirve como una mera ilustración más del imperante nacionalcatolicismo al servicio del Régimen franquista.

La visita de la VdF a España y peculiarmente a la capital de España en mayo de 1948, con sus “grandes milagros”, punto de partida para estas reflexiones, ha quedado, pues —como mucho—, inscrita en la historia no  évènementielle  (Veyne, 1979, 24), la del franquismo, del nacionalcatolicismo, de la religiosidad popular, de las mentalidades, o de la Iglesia católica: aconteció algo que se quería que aconteciera (la visita de la VdF y los milagros) pero no ha llegado a acontecimiento sino a una serie de múltiples y hoy casi olvidados acontecimientos.

Jean-François Botrel

(Université Rennes 2)

Obras y artículos citados.

Barthas Chanoine C.,  Fatima Merveille du XXe siècle , Toulouse, Fatima Editions, 1953 (260 e mille)

----, G. da Fonseca S. J.,  Fatima Merveille inouïe 2e ed. Arras, Toulouse, 1944

Dosse, François,  Renaissance de l’événement. Un défi pour l’historien: entre sphinx et phénix , Paris, PUF, 2010.

Ella, en Jerez. La Virgen de Fátima nos trajo un Mensaje de Paz y de Amor. Recuerdo de la imperecedera visita que nos hizo María el 11 de julio de 1948 , Imprenta Periódico Ayer, Jerez, 16 p. in 8° (BNE VC/2051/35).

Farge, Arlette, «Penser et définir l'événement en histoire. Approche des situations et des acteurs sociaux, Terrain , n° 38, mars 2002,  Qu’est-ce qu’un événement , p p. 67-78

Franco, Marie, «Les manifestations miraculeuses dans la presse à sensation espagnole,  El Caso (1952-1962)», in: Carlos Serrano (dir.),  Imaginaires et symboliques dans l’Espagne du Franquisme ,  Bulletin d’Histoire Contemporaine de l’Espagne , Bordeaux III, n° 24 (décembre 1996), p. 130-148.

Godicheau, François, L’événement et les catégories du social», en  L’écho de l’événement. Du Moyen Âge à l’époque contemporaine.  C. Rivalan Guégo, D. Rodrigues dir . , Rennes, PUR, 2011, pp. 19-38

Ricœur, Paul,  Temps et récit. 1. L’intrigue et le récit historique , Paris, Seuil, 1983.

Rivalan Guégo, Christine, «Ecrire l’événement: le «23F» à l’épreuve des la fiction», en  L’écho de l’événement. Du Moyen Âge à l’époque contemporaine.  C. Rivalan Guégo, D. Rodrigues dir . , Rennes, PUR, 2011, pp. 329-341.

Rivalan Guégo, Christine Denis Rodrigues (ed.),  L’écho de l’événement. Du Moyen Âge à l’époque contemporaine , Rennes, PUR, 2011

Rodríguez Lozano, Ángel,  Romances y trovos del ciego Corrales , Granada, Ayuntamiento de Albuñol, 2007

Sánchez-Biosca, Vicente, «El NO-DO y la eficacia del nacionalismo banal», en Stéphane Michonneau, Xosé M. Núñez Seixas (eds.),  Imaginarios y representaciones de España durante el franquismo, Madrid, Casa de Velázquez, 2014, pp 177-195.

[1] Se trata de una prueba para la Censura. En la Biblioteca Nacional de España, se conserva un ejemplar de la versión a la venta (VC/3917/13), con una imagen de la Virgen de Fátima y una variante: “Las aleluyas y flores” en vez de “Las flores encima de ella”.

[2] He consultado y analizado los siguientes periódicos: ABC (28, 29 y 30 de mayo), Arriba (29 y 30 de mayo, 1° de junio), Pueblo (27, 28, 29 y 31 de mayo), I nformaciones (25, 28, 29 y 31 de mayo), Ya (30-V), La Vanguardia (30 de mayo; web), La Nueva España , de Oviedo (29 de mayo ), Sur (28 y 29 de mayo, 17 y 18 de julio), Patria , de Granada (28 y 29 de mayo), Amanecer, de Zaragoza ( 28, 29 y 30 de mayo), La Tarde (28 de mayo, 16 y 19 de julio).

[3] N° 282ª de 31-V) http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/not-282/1467608/# / Entrada en Madrid por el puente de Segovia 1’ 25” (de 10 mn); y N° 283 B 7 de junio de 1948 http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/not-283/1468410/ (2’ 32’’ mn)

[4] Rodríguez Lozano (2007, 240-245).

[5] Las de Vidal ( www.europeana.eu/) o Urech (http://urech.aminus3.com/image), por ejemplo, o las de “aficionados” como las reproducidas en http://cesbor.blogspot.fr/2014/03/la-virgen-de-fatima-en-agon.html.

[6] Por ejemplo, la de Jorge Brum do Canto de 1943 ( Fátima terra de fe! , 1h 27), o El milagro de Fátima proyectada en versión española como menos en Sallent los 14 y 15 de agosto de 1948, según consta en un programa de mano.

[7] Cf., por ejemplo, la Novena a N. Sa de Fátima , Madrid, Ed. Coculsa, 1948

[8] En Málaga, por ejemplo, se imprimió un himno a la Virgen de Fátima, “impreso con profusión”.

[9] La Virgen de Fátima viene en procesión  a dar su homenaje a nuestra nación. Ave, ave, ave María.  Ave, ave, ave María.  Cuantos al infierno van sin remisión,  se salvará el mundo por mi corazón», como se cantaba en Blesa ( http://www.blesa.info/hem1948.htm).

[10] Como la conservada en el Centro Etnográfico Joaquín Díaz de Urueña, con fecha «Ceuta, 2-XI-1948».

[11] El 22 de mayo salió del santuario de Fátima camino de Madrid, pasando por otras localidades, con motivo del Congreso Mariano Diocesano de Madrid (23-30-V)

el 24-V en Las Ventas, el 27-V en Cuatro Caminos y Tetuán (Parroquia de NS de la Victoria), CSIC (Serrano), en El Pardo, en el Seminario, fue trasladada con procesión nocturna a Santa Cristina en la carretera de Extremadura, el 28 y el 29 estuvo en la Plaza de la Armería y el 30 Madrid despidió a la VdF que pasó por Toledo, Talavera, Ciudad Real, quedando inmediatamente desbancada de la actualidad por el partido de fútbol España-Irlanda (2-1).

[12] En Ya , de Santos Jubero; en Pueblo, de Cifra y Verdugo; en ABC , de V. Muro; en Arriba, de Contreras; en Sur , de Cifra Gráfic a y Arenas; en La Tarde , de Cifra Gráfica y Arenas también.

[13] “La Virgen de Fátima llegará a Málaga en la mañana del día 16. Se le prepara un recibimiento apoteósico. Enfermos e impedidos se apresuran a inscribirse para la misa” ( Sur , 8-VII); “España despide fervorosamente a Nuestra Señora del Rosario de Fátima” ( ABC , 1-VI), “Se calculan en 750 000 las personas que ayer veneraron a la imagen” ( Arriba, 30-V); “De prodigio en prodigio. Sacerdote paralítico que recobra sus facultades” ( Sur , 18-VII); “Málaga tributa a la VdF un apoteósico recibimiento. Entre flores, vítores y palomas desfiló la sagrada imagen por nuestras calles. Emocionantes escenas…”; “En la plaza de la Armería 10.000 enfermos asisten a la misa ante la Virgen de Fátima Inenarrables momentos de emoción y fervor” ( Informaciones , 29-V), etc.

[14]  Con, no obstante, una interesante restricción de Pueblo del 28-V: “Madrid católico desfila por la plaza de la Armería”.

[15]  Unos años después, el canónigo Barthas (1953, 288) escribe que “aux portes de la capitale qui compte 800 000 habitants, Marie trouve un million et demi de fidèles pour l’acclamer” y que, en la plaza de la Armería, “15 malades se lèvent depuis presque un million de personnes”.

[16] Transcribo, como muestra, unos fragmentos de dicho comentario: «Escoltada por el más hondo fervor y con extraordinaria solemnidad la venerada imagen de la VdF se acerca a la capital. Enormes masas de fieles estacionan a todo el largo para presenciar el paso procesional y tributar un apoteósico recibimiento” […]“al paso de la milagrosa imagen los labios de los fieles se mueven en acendradas plegarias y en medio de la católica devoción se cumplen votos y penitencias”.

[17] Cf. Ella en Jerez (s. f.)

[18] Algunas muestras: “Más de dos mil enfermos tanto de la capital como de los pueblos de la provincia así como de los de Granada y Córdoba”, “emocionante despedida”, “caravana interminable”, “enorme cantidad”, “naves abarrotadas”, “grandiosa y fervorosa despedida”; “enfermos e impedidos autoridades y pueblo, ricos y pobres, madres e hijos asistían al espectáculo conmovedor. La Santísima Virgen recibió el homenaje de las lágrimas de todo un pueblo. Lágrimas de dolor y de gozo, lágrimas de emoción que no tenían miedo en correr por las mejillas, ni en los soldados curtidos por las batallas, en las damas de la aristocracia ni en las mujeres del pueblo” ( Sur 17-VII)

[19] Piénsese, por ejemplo, en el altar de la plaza de la Armería de Madrid “que es “grandioso”; “está adornado en su base con tapices y reposteros y en él figuran el víctor del Generalísimo y el escudo nacional”, por si quedara alguna duda acerca de la dimensión política del acto.

[20] “Pese a la amplitud del ambiente la perfección, del sonido en estos equipos de amplificadores ha sido extraordinario recogiéndose de modo magnífico tanto las modulaciones de la voz como los cánticos y preces de la muchedumbre” ( Sur de 17-VII y La Tarde de 19-VII).

[21] Una participación parecida puede observarse en Muniesa, con un arco a más de un kilómetro de la población, una parada frente al Ayuntamiento y Colegio de las Hermanas de Santa Ana, donde [se] había levantado un precioso arco con derroche de luces artificiales, traca, disparo de cohetes, camarín preparado magistralmente, escoltas de bicicletas (http://www.blesa.info/hem1948.htm).

[22] Sobre los milagros contemporáneos en España, véase Franco (1996).

[23] “Milagros atribuidos a NS de Fátima. Más de ocho casos de supuestas curaciones repentinas se registraron ayer en la Plaza de la Armería ( La Vanguardia 30-V, citando a Cifra); “Supuesto milagro. Se atribuye a la Virgen la curación repentina de la monja María Luisa Zancajo ( Cifra ) ( ABC del 30-V); “los hechos a los que cuando menos por el momento se atribuyó categoría de milagros” “los hechos al parecer milagrosos” “curaciones maravillosas” ( La Vanguardia  del 30-V) ;“milagros atribuidos a Na Sra de Fátima” ( Amanecer de 29-V); “Milagro atribuido a la VdF “( Patria (29-V), etc. En otro periódico madrileño, de la barriada de Extremadura se dice que “desde hace unos días es tema obligado un milagro que se atribuye a la VdF”.

[24] Lo permite la existencia de varias imágenes talladas, en la década de los 40, por el santero José Ferreira Thedim, siguiendo las instrucciones de Lucia dos Santos, la única vidente que entonces continuaba viva. La imagen solía transportarse en un coche descubierto.

[25] http://www.blesa.info/hem1948.htm

[26] El prodigio, según Barthas (1953), se produjo por primera vez en noviembre de 1946, y se ha repetido decenas de veces “ante los ojos del siglo XX”.

[27] En Madrid, por ejemplo, unas vecinas del n° 61 del Paseo de Extremadura y la presidente de Acción Católica de la barriada sueltan palomas que se quedan en las andas de la VdF; “Ayer, al penetrar en la parroquia de Santa Cristina, se vio que unos vecinos lanzaban al aire doce palomas de las cuales dos se posaron en las andas de la VdF”, comenta Patria de 29-V.

[28] Cf. por ejemplo Informaciones del 28-V: “Ocho palomas a los pies de la VdF. Estas palomas acompañan a la VdF desde su entrada en Madrid. Ni en las procesiones, ni en las grandes aglomeraciones de fieles, ni en caso de lluvia ni siquiera al depositar ramos de flores a los pies de la Virgen, abandonan las andas donde se deposita la imagen. Los fieles comentan con emoción este caso singular”. Debido tal vez a que su fuente periodística, el pliego de cordel Grandes milagros … no menciona el caso.

[29] http://www.blesa.info/hem1948.htm

[30] En Cuatro Caminos, una “vecindona” comentaba: “Yo no creo en esto de las palomitas. Son como las que hemos visto en el Circo: están amaestradas y por eso siguen el altar de la Virgen… Y cuentan que en este momento una de las palomas emprendió un corto vuelo, se posó sobre la mujer incrédula y le dio un fuerte picotazo en la mano. ¿Verdad? ¿invención? El pueblo lo cree firmemente y esto es ya bastante prodigio” ( Informaciones , 31-V).

[31] Sobre esta ruta, véase Barthas (1953, 277-278).

[32] Existían unas directivas oficiales para la organización de las rutas de la Vdf (cf. Barthas, 1944, 349-351).

[33] Según ABC , un “mensaje de paz, humildad y ternura” y que la fraternidad ibérica “se extienda a todas las naciones”.

[34] Cf. las recomendaciones de Barthas (1944, 351): «le passage de ND de Fatima ne doit en aucune manière être opposé aux coutumes mariales locales et aux tradition locales, mais, au contraire, elle doit servir à les intensifier».

[35] En la prensa, apenas se insiste sobre el mensaje de paz propagado por la VdF, ni sobre el deseo que manifestara de redimir a la Rusia comunista, pero sí se adivina una especie de rivalidad con la Virgen francesa de Lourdes (cf. ABC del 30-V: «su aparición no ha cesado de originar frutos espirituales fecundos, como en el caso —muy singular— de Bernadette Soubirous en Lourdes, que, seguido de tantas curaciones milagrosas, inexplicables para la ciencia parecía único en sus manifestaciones prodigiosas»).

[36] Después, en 1949, continúa la operación Fátima, con la visita, en octubre de 1949, de la Vdf a Granada (“La auténtica imagen de la Virgen de Fátima, la que se venera en Cova da Iria, llegó a Granada el 2 de octubre de 1949 y toda la ciudad se volcó en su recibimiento. Entró a la provincia por Loja, pasó por Huétor, Tájar, Salar y Láchar hasta Santa Fe”. Sobre este “acontecimiento”, existen algunos testimonios fotográficos (cf. http://granadablogs.com/terecuerdo/2014/10/05/el-multitudinario-recibimiento-a-la-virgen-de-fatima/).

[37] Escribe Fernando García de Cortázar en el capítulo dedicado a “La Iglesia” endicha Historia (XLI/1, 394-5): “Por los caminos de la España expiatoria también pasea la VdF que acompaña el ritmo internacional de la guerra fría y la marea anticomunista del planeta democrático. Si España hace penitencia, Rusia se convertirá, pregonaba la virgen antisoviética en la apoteosis de las plazas mayores de las ciudades y las parroquias visitadas con el revuelo de las palomas, compañeras de la peregrina, el mensaje se colaba directo, proclamando la paz de Franco y la tiranía de los países del telón de acero”. En su blog, Miguel Pedrero, trata de manera más detallada de la “Operación Fátima” (cf. http://www.akasico.com/noticia/1516/Ano/Cero-Historia-ignorada/OPERACION-FATIMA-EL-SECRETO-DE-FRANCO.html).

[38] Cecilio Alonsoa JFB el 19-V-2014: “Yo tendría siete años y fui con mi madre al Parque de Canalejas, en Alicante, donde —después de una larga espera—se detuvo la imagen viajera entre cánticos ("El 13 de mayo/ la virgen María/ bajó de los cielos/ a Cova de Iría") y rezos del rosario. Fue una mañana primaveral de gran fiesta”.

[39] Cf. http://www.blesa.info/hem1948.htm

[40] Según Cecilio Alonso (mensaje del 19-V-2014 a JFB), «corrían rumores de milagros con personas, pero el único que recuerdo con detalle fue el que contaban de un colombaire ateo, o rojo,que envió un palomo ladrón pararobar las hembrasa la Virgen, pensando en deshacer la superstición, con elchasco de que el pájaro no regresó al palomar porque seagregó devotamente al trono de la Señora. En la prensa tiene que haber constancia de aquellos episodios pero nunca se me ha ocurrido revisitarlos”. Existe una relación similar para La Palma (Canarias), sobre Braulio Brito del barrio pasense de Los Cernícalos (cf.“Las tres palomas de la Virgen de Fátima” (http://hispanismo.org/reino-de-las-canarias/11745-las-tres-palomas-de-la-virgen-de-fatima.html) .